lunes, 4 de junio de 2012

Experiencia del Electivo Autogestionado Materialismo Histórico Aplicado a la Sociología


Por José Zapata

Cuando el movimiento estudiantil del 2011 comenzó a decaer y la vuelta a clases era un horizonte cada vez más cercano, un grupo de estudiantes de la carrera nos propusimos recoger los planteamientos críticos hechos a nuestra práctica disciplinar, los cuales se desarrollaron en ese rico proceso de discusión colectiva entre marchas, tomas, cortes de calle, asambleas y la cotidianidad de la movilización. La realidad gritaba. Muchos estudiantes no estábamos hablando de democracia, sistema político, clases medias, consumo, políticas públicas, género o cultura e imaginarios, sino que vivíamos un proceso de organización y lucha, donde nuestras discusiones eran sobre la dictadura, el modelo neoliberal, la represión policial, el cómo ejercer una presión material y sobre educación gratuita. Salvo contadas excepciones, las herramientas de nuestra disciplina poco nos servían para resolver los problemas prácticos del movimiento. Qué duda cabe, si nos poníamos a hablar en sociólogo ¿quién iba a entendernos? Este apretado resumen, más un poco de imaginación, debería dar una idea de aquellos planteamientos críticos a los que nos referimos.


Sin embargo, la solución a estas problemáticas que vivimos de manera muy concreta y práctica, no es fácil. Si tal respuesta no está a la mano es por razones de peso. Nosotros no somos ni los primeros en plantearlos ni tampoco los que lo resolverán en un minuto. Hubo propuestas, también hubo experiencias, ensayos, pero no un planteamiento concluyente. Como tampoco esperábamos que esta respuesta nos la diera la academia, tomamos el ejemplo de la autoeducación y la autogestión, es decir, tratar de encontrar por nuestros propios medios y en la discusión colectiva los caminos que nos puedan llevar a resolver aquellas inquietudes. Así nació la idea de autogestionar un ramo, que los estudiantes definiéramos qué tema queríamos estudiar, cómo queríamos hacerlo y cómo queríamos evaluarnos. Si bien esto pudo perfectamente ser un grupo de estudios paralelo a la academia, quisimos plantearlo como carga académica reconocida. Lo que queríamos decir era que los mismos estudiantes podíamos organizar un ramo y no por eso tenía que ser menos serio o con menos contenido que un ramo “normal”.

Teníamos que leer, ya que nadie podía dar cátedra sobre los temas, y organizábamos el curso a través de las exposiciones de los textos que definimos para cada sesión, es decir, si al compañero que le tocaba la exposición no leía, no había exposición y no había clase. Y si los demás no leíamos, nos quedábamos callados después de la exposición y terminábamos a los 20 minutos de haber empezado. El ramo requería ese compromiso, su funcionamiento dependía de lo que hiciéramos o dejáramos de hacer cada uno.

Si bien esa era su estructura básica, todo lo demás estaba puesto en nuestra creatividad, todo cabía mientras siguiéramos en el objetivo: formarnos. Pensamos en documentales, invitar profesores para discutir, lecturas complementarias y otras metodologías de trabajo. 

Y ¿cómo nos fue? He aquí algunas impresiones de tres participantes del curso

Una compañera nos dice que no se alcanzaron todos los aprendizajes esperados, y otra, que no se cumplieron todos los objetivos. Las razones dadas confluyeron en dos: 1. Las restrictivas condiciones del segundo semestre 2011 –corto y concentrado en evaluaciones- 2. Que no se alcanzó por todos el nivel de compromiso que se necesitaba para que funcionara bien el curso, por ejemplo era difícil mantener el trabajo fuera de la hora de clases o que hasta hoy el grupo no se ha vuelto a reunir a hacer la evaluación de la experiencia. Sobre otros problemas más concretos, se menciona que a veces pasaba que después de las exposiciones todos se quedaban callados, en ese sentido faltó metodología. Otro problema era que todos leyeran las lecturas obligatorias para cada clase, al principio ocurrió así, pero fue decayendo a medida que avanzaba el semestre.

Sin embargo, se rescata como un primer intento de hacer algo distinto, en donde los estudiantes hacían todo, donde la única motivación era aprender, el compromiso con los compañeros y la confianza en que todos estaban en lo mismo, no por una nota. Se demostraba que podemos tener clases sin profes, se rompía también la lógica del profe que sabe todo y del estudiante que no sabe nada. Otra característica mencionada es que siempre se intentaba bajar a lo concreto lo que estábamos discutiendo, por ejemplo al movimiento estudiantil o las formas actuales de trabajo y explotación.

Sobre el contenido las opiniones difieren un poco. Una compañera destaca que lo que nos propusimos aprender es fundamental, el marxismo, ya que no se ve realmente en la carrera. Otra compañera estima que la forma de hacer el curso fue lo más central y que el contenido tuvo que haber sido decidido de manera mucho más inductiva de cómo se hizo, en ese sentido faltó un diagnóstico colectivo previo.

Finalmente, consultadas sobre si participarían de otro electivo autogestionado, con más o menos entusiasmo todas responden que sí. Dicen que rectificarían los problemas que hubo y que partirían tal vez más de un tema o conflicto concreto, para de ahí ir desarrollando los elementos más teóricos, de manera de bajar a la disciplina de lo abstracto. Mencionan también que se debería tener claro un producto para el curso, como escribir algo o una investigación.

Una compañera finaliza con la siguiente reflexión: “fue un desafío grande, nos falta todavía para poder hacer algo de verdad”.

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